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Ambiente formativo

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Conocer y amar a la iglesia

Isidro Ramirez, L.C.

Formador

Uno de los grandes regalos que nos da el formarnos en un centro internacional es poder convivir con personas de diferentes culturas. Cada cultura es un don, cada cultura enriquece, y pensando en un sacerdote que debe convivir con personas de diversa índole, con diversas necesidades, enriquece mucho.

La enculturalización hace que convives con personas que piensan diverso a ti, con personas que tienen realidades que les ha permitido a cada uno de ellos salir y sacar la mejor versión de ellos. Nos ha permite a cada uno de nosotros, crecer porque el abrirse al otro, el aprender del otro, eso de cara a la formación humana es un valor incalculable.

Un elemento importante en la formación sacerdotal y que ayuda mucho a la integración, es el compartir en el área deportiva. El jugar un deporte colectivo, nos permite darnos cuenta de que mi acción repercute en todo el equipo. Pensando a una vida comunitaria, pensando en estos jóvenes que el día de mañana estarán dentro de una parroquia, insertados en una realidad eclesial muy concreta, el poder saber ellos sumarse poniendo su gran grano de arena en favor de los demás, es algo importante. El jugar en equipo, favorece mi acción porque sabemos que mi participación influye en los demás, que no es irrelevante. Eso me llevo a esforzarme, eso me llevo a dar lo mejor de mí, esto me lleva también a respetar las habilidades y cualidades de cada uno y aprendemos a dar lo mejor de nosotros en favor de los demás. Esto permite a uno abrirse sin temer mostrarse a los demás como es. Un seminarista que se presenta así en este contexto de la enculturalización que vive en el Colegio crece enormemente.

La enculturalización nos permite también acrecentar la amistad. El saber entender al otro, el saber estrechar lazos. Y lo vemos a lo largo de la historia del Mater Ecclesiae, como se estrechan estos lazos entre personas de diversos continentes, incluso de diversos ritos dentro de la Iglesia Católica, donde compartimos el mismo tesoro y el gran tesoro de la fe.

Estos elementos que repercuten en un futuro sacerdocio permiten a estos jóvenes y permiten a nosotros también como formadores brindar un enriquecimiento que va más allá de un aula de clase, que va más allá de un conocimiento teórico, que incluso enriquece estos momentos también de unión con Dios nuestro Señor.